Stoneledge es una finca ribereña en el viejo sentido de la palabra: sustancial, cargada de historia y moldeada por el paisaje que habita. Doce extensas acres se encuentran con 400 pies de costa privada del río Hudson. Originalmente construida en la década de 1920, Stoneledge ha sido completamente renovada mientras se ha mantenido el encanto del viejo mundo. La casa principal se despliega en tres niveles dramáticos, construida en piedra colocada a mano y revestida con amplias láminas de vidrio, ofreciendo más de 4,800 pies cuadrados de espacio habitable. Su escala es grandiosa, pero nunca impersonal. Cada rincón ha sido pensado cuidadosamente: eficiente, de última generación y profundamente reconfortante. La piedra azul ancla las terrazas, los caminos, las plataformas, el suelo de la cocina, trasladando los tonos del río a la arquitectura. Cada piedra exterior fue colocada a mano, resonando con la atemporal artesanía de las grandes fincas de Europa.

Dentro, una cocina de chef se abre a una gran sala iluminada por el sol, donde muros de vidrio enmarcan el agua como un cuadro. La cocina está equipada con lujosas superficies de piedra, un cajón de calentamiento gourmet, electrodomésticos de primera categoría, gabinetes personalizados y amplios espacios de trabajo diseñados para el entretenimiento en cualquier escala. Es un santuario culinario que combina función y finesse.

Las chimeneas – de piedra, de leña, de propano – aparecen por todas partes, ninguna más impactante que la que se encuentra en el corazón del hogar, un hogar de dos lados envuelto en suave piedra veteada, con el río elevándose detrás de ella. Hay habitaciones para música, para cine, para yoga y bienestar. Hay tres dormitorios en el piso principal, y el principal está separado para máxima privacidad. Cuatro niveles de plataformas descienden hacia el río y la piscina. La casa respira de manera natural: con energía solar, equipada con calefacción eléctrica y mini-splits, y diseñada tanto para la intimidad como para reuniones lujosas. Los paneles solares ayudan a compensar los costos de energía, y pueden ofrecer beneficios fiscales, haciendo que la finca sea tan eficiente como elegante.

Es un lugar de fiestas y fuegos artificiales, pero también de profundo descanso. La casa de invitados es privada y llena de gracia; el garaje es lo suficientemente grande para botes, juguetes y ambición lúdica. Con su escala, privacidad y entorno inigualable, la propiedad también tiene un inmenso potencial como alquiler vacacional de alta gama.

Fuera, la tierra en sí ha sido esculpida con reverencia. Victoria Gardens creó un paisaje digno del poder silencioso del Hudson: tulipanes rojos en primavera, alium e hidrangeas en flor, ajo ornamental, magnolias, arce japonés y grandes arces rojos que iluminan el césped cada otoño. Terrazas y muros de piedra descienden hacia el río, y un sendero serpenteante conduce a una pequeña playa privada donde el cielo se abre y el agua espera. Siéntate en el borde del río y contempla la vista: hay camas de verduras orgánicas, manzanos y lugares secretos para sentarse en toda la propiedad.

Esta es una casa que ofrece privacidad sin aislamiento, belleza sin pretensiones y una especie de calma que se siente incluso antes de abrir la puerta principal. Con senderismo, gastronomía de clase mundial y el zumbido creativo de los pueblos del Valle de Hudson a solo minutos de distancia, Stoneledge se siente como un secreto, sin embargo, todo está al alcance de tu mano.

Stoneledge is a river estate in the old sense of the word—substantial, storied, and shaped by the landscape it inhabits. Twelve sweeping acres meet 400 feet of private Hudson River shoreline. Originally built in the 1920’s Stoneledge had a full renovation while keeping the old world charm. The main house unfolds across three dramatic levels, built in hand-laid stone and clad in expansive sheets of glass, offering over 4,800 square feet of living space. Its scale is grand, but never impersonal. Every inch has been thoughtfully imagined—efficient, state-of-the-art, and deeply comforting. Bluestone anchors the terraces, the walkways, the decks, the kitchen floor—pulling the tones of the river into the architecture. Every exterior stone was set by hand, echoing the timeless craftsmanship of Europe’s great estates.
Inside, a chef’s kitchen opens into a sunlit great room, where walls of glass frame the water like a painting. The kitchen is outfitted with luxurious stone surfaces, a gourmet warming drawer, top-tier appliances, custom cabinetry, and generous workspaces designed for entertaining on any scale. It's a culinary sanctuary that blends function and finesse.
Fireplaces—stone, wood-burning, propane—appear throughout, none more striking than the one at the heart of the home, a double-sided hearth wrapped in smooth marbled stone, with the river rising behind it. There are rooms for music, for film, for yoga and wellness. There are three bedrooms on the main floor, and the primary is set apart for maximum privacy. Four tiers of decks step down toward the river and pool. The home breathes naturally—solar-powered, fitted with electric heat and mini-splits, and designed for both intimacy and lavish gatherings. The solar panels help offset energy costs—and may offer tax benefits-making the estate as efficient as it is elegant.
It is a place of parties and fireworks, but also of deep rest. The guest house is private and full of grace; the garage vast enough for boats, toys, and playful ambition. With its scale, privacy, and unparalleled setting, the property also holds immense potential as a high-end vacation rental.
Outside, the land itself has been sculpted with reverence. Victoria Gardens created a landscape worthy of the Hudson’s quiet power: red tulips in spring, allium and hydrangea in bloom, ornamental garlic, magnolia, Japanese maple, and great, sweeping red maples whose leaves light up the lawn each fall. Stone terraces and walls cascade toward the river, and a meandering path leads to a small, private beach where the sky opens and the water awaits. Sit at the river’s edge and take in the view-there are organic vegetable beds, apple trees, and secret places to sit throughout the grounds.
This is a house that offers privacy without isolation, beauty without pretense, and a kind of stillness you can feel even before you open the front door. With world-class hiking, dining, and the creative hum of Hudson Valley villages just minutes away, Stoneledge feels like a secret—yet everything is at your fingertips.