Ocultos en un tramo tranquilo y discreto de Lincoln Terrace se encuentran un trío de parcelas—1337, 1339 y 1341—que susurran posibilidades a quienes saben escuchar. No son solo 0.3467 acres de terreno zonificado para residencias; son una pizarra en blanco en una ciudad donde el ritmo del desarrollo y el pulso de la comunidad laten en armonía. Durante décadas, estos lotes han permanecido en silencio bajo el dosel de viejos árboles, observando la evolución del vecindario a su alrededor. En una época, una casa modesta se erguía en uno de los terrenos—un acogedor lugar estilo cabaña con pintura blanca descascarada y un jardín cuidado con esmero por una mujer llamada Sra. Dorsey. Ya hace tiempo que se fueron tanto la casa como su jardinera; el terreno permanece. Los contornos de un camino de piedras asoman a través del suelo tras cada fuerte lluvia. Los lugareños dicen que a principios de primavera, los narcisos todavía emergen de donde solía estar el jardín. Ahora, las tres parcelas se ofrecen juntas, una rara oferta a un precio de solo $60,000. Para algunos, ese número puede levantar una ceja. Para otros, es un letrero de neón parpadeante que dice: oportunidad. Desde un punto de vista práctico, los lotes ofrecen flexibilidad. Ya sea para un constructor astuto que espera edificar una sola residencia espaciosa, o un inversionista que busca maximizar el espacio con un grupo de encantadoras cabañas (sujeto a las aprobaciones de zonificación local, por supuesto), el potencial es real. El acceso al agua municipal está cerca, y el camino se mantiene durante todo el año, lo que facilita el acceso. Los lotes están ligeramente arbolados, tienen una suave inclinación, y son acariciados por la luz de la mañana desde el este. No hay duda: el terreno es edificable, hermoso y espera en silencio. Pero hay algo más en estas parcelas—algo más intangible. Al estar en el lote del medio, el mundo se silencia. Se escucha el suave susurro de las hojas en la brisa y tal vez, si tienes suerte, el lejano sonido de un perro ladrando o un niño riendo. El vecindario no está bullicioso; es constante. Es el tipo de calle donde los vecinos aún saludan desde los porches y los buzones están decorados para las festividades. Unos lotes más abajo, hay un columpio hecho de neumático que ha estado en su lugar tanto tiempo, que la rama del árbol de la que cuelga ha comenzado a curvarse hacia arriba en respuesta. Los desarrolladores han mirado, caminado y medido. Los soñadores han estado en la propiedad e imaginado entradas que serpentean entre pinos y robles. Una artista local incluso montó un caballete una mañana, atraída por la luz y la quietud. Y cada vez, alguien nuevo encuentra algo diferente en el suelo, en el aire—algo que no se puede expresar del todo. Esa es la magia de 1337, 1339 y 1341 Lincoln Terrace. No solo ofrecen terreno. Ofrecen una página en blanco al borde de la ciudad—una invitación abierta a crear algo duradero. Ya sea que se convierta en el sitio de una casa de ensueño escondida detrás de árboles perennes, o tres viviendas más pequeñas formando un tranquilo complejo para la familia extendida o para generar ingresos, está listo. Y quizás por eso estas tres parcelas son mejor vendidas juntas: porque, al igual que las historias que han recopilado en silencio a lo largo de los años, están destinadas a ser experimentadas como una sola. Un paquete—para el comprador adecuado con la visión adecuada.

Tucked away on a quiet, unassuming stretch of Lincoln Terrace sits a trio of parcels—1337, 1339, and 1341—that whisper possibility to those who know how to listen. They’re more than just 0.3467 acres of residentially zoned land; they’re a clean slate in a town where the rhythm of development and the pulse of community beat in harmony. For decades, these lots stood quietly beneath the canopy of old-growth trees, watching the neighborhood evolve around them. At one time, a modest home stood on one of the parcels—a cozy cape-style place with peeling white paint and a garden lovingly tended by a woman named Mrs. Dorsey. Long gone now, both the house and its gardener, the land remains. The outlines of a stone walkway peek through the soil after every heavy rain. Locals say in early spring, daffodils still push their way up from where the garden used to be. Now, all three parcels are being offered together, a rare package deal priced at just $60,000. For some, that number might raise an eyebrow. For others, it's a blinking neon sign that reads: opportunity. From a practical standpoint, the lots offer flexibility. Whether for a savvy builder hoping to construct a single spacious residence, or an investor aiming to maximize the footprint with a cluster of charming cottages (subject to local zoning approvals, of course), the potential is real. Municipal water access runs nearby, and the road is maintained year-round, making access a breeze. The lots are lightly wooded, gently sloped, and kissed by morning light from the east. There’s no mistaking it: the land is buildable, beautiful, and quietly waiting. But there's something else about these parcels—something more intangible. Standing on the middle lot, the world quiets. You hear the soft rustle of leaves in the breeze and maybe, if you're lucky, the far-off sound of a dog barking or a child laughing. The neighborhood isn’t bustling; it’s steady. It's the kind of street where neighbors still wave from porches and mailboxes are decorated for the holidays. A few lots down, there's a tire swing that’s been in place so long, the tree limb it hangs from has started to curve upward in response. Developers have looked, and walked, and measured. Dreamers have stood on the property and imagined driveways winding through pine and oak. One local artist even set up an easel one morning, drawn in by the light and the stillness. And each time, someone new finds something different in the soil, in the air—something that can’t quite be put into words. That’s the magic of 1337, 1339, and 1341 Lincoln Terrace. They don’t just offer land. They offer a blank page at the edge of town—an open invitation to create something lasting. Whether it becomes the site of a single dream home tucked behind evergreens, or three smaller dwellings forming a quiet compound for extended family or income generation, it’s ready. And perhaps that’s why these three parcels are best sold together: because like the stories they’ve quietly gathered over the years, they’re meant to be experienced as one. A package deal—for the right buyer with the right vision. © 2025 OneKey™ MLS, LLC